Hoy te comparto un dato relevante, especialmente si ves en tu círculo que la depresión aparece más en mujeres que en hombres: un estudio reciente en Nature Communications, pone números sobre la mesa y muestra que la carga genética de la depresión es diferente entre sexos.

Llevo años atendiendo pacientes; esto condiciona la prevención, el diagnóstico y el tratamiento.

Las mujeres presentan casi el doble de marcadores genéticos asociados a la depresión que los hombres, y el análisis incluye más de 200.000 genomas en total a través de cohortes internacionales. Esto favorece terapias personalizadas basadas en biología y genética, no solo en factores sociales o ambientales.

El estudio se apoya en datos de 130.471 mujeres y 64.805 hombres con depresión mayor, frente a 159.521 mujeres y 132.185 hombres sin diagnóstico. Lo más relevante es que se identificaron 16 variantes genéticas asociadas a depresión en mujeres y 8 en hombres. Además, se encontró una variante vinculada al cromosoma X en mujeres, una asociación que no se había visto en investigaciones previas.

En números más amplios, se reportan 13.000 marcadores genéticos de depresión en mujeres frente a 7.000 en hombres. Estos hallazgos confirman una base biológica que merece atención clínica.

Existen dos capas en estas cifras. Por un lado, las mujeres muestran mayor prevalencia de depresión mayor del tipo atípico e inmunometabólico, con síntomas como aumento de peso, cambios en el apetito y mayor somnolencia.

Por otro, los hombres destacan por ira, agresión y consumo de sustancias. Esta diferencia en el perfil sintomático impacta en la identificación de la depresión y en qué herramientas terapéuticas funcionan mejor.

En la práctica clínica, no tratamos a todas las personas con el mismo protocolo; la biología subyacente, la carga genética y el sexo guían la selección de enfoques y, eventualmente, de medicamentos o intervenciones conductuales

El estudio también señala que la genética explica parte del exceso de prevalencia en mujeres, pero no toda la historia. Factores sociales, ambientales y de experiencia siguen siendo relevantes, y el diseño multicanal del estudio mide ese cruce. ¿Qué significa esto para la práctica clínica diaria en soporte de salud mental? Significa avanzar hacia una medicina de precisión, donde la estrategia terapéutica tenga en cuenta el perfil genético y biológico de la persona.

En términos prácticos, se identifican dos líneas de acción: primero, evaluación detallada del perfil metabólico y hormonal en mujeres con depresión para entender su relación con la inmunometabolismo y el metabolismo energético; segundo, personalización de intervenciones basadas en marcadores genéticos cuando sea posible, combinando psicoterapiamanejo de estrés y, si procede, farmacoterapia ajustada a perfiles biológicos.

Aplicación clínica y estrategias prácticas

Desde la óptica de una consulta, estos resultados no deben generar alarma desproporcionada, sino claridad operativa. Cuando se identifica un cuadro depresivo en una mujer y se observan síntomas atípicos o inmunometabólicos, podríamos considerar un plan de tratamiento que combine terapia cognitivo-conductualmanejo del pesodieta y sueño, y una revisión de hormonas o metabolismo cuando esté indicado.

En hombres, el foco puede mantenerse en manejo de impulsividadira y consumo de sustancias (pero siempre con una lectura más amplia de su carga genética y su entorno).

En ambos casos, el estudio refuerza la idea de que la depresión no es un ente único, sino un mosaico de factores biológicos y sociales que se entrelazan. Este hallazgo tiene implicaciones para la investigación futura y para la práctica clínica basada en evidencia.

Los investigadores señalan que estas variantes pueden modificar la manera en que el cuerpo maneja metabolitos y sustancias hormonales, lo que abre la puerta a enfoques que ataquen el problema en su raíz biológica, no solo en síntomas.

La combinación de más de 200.000 genomas analizados globalmente, herramientas estadísticas avanzadas y validación en cohortes independientes aporta un grado de certeza mayor que en investigaciones anteriores. No es un cambio de modela radical, pero sí una señal inequívoca de que la genética tiene un papel cuantificable y práctico en la clínica.

Para las pacientes, este tipo de hallazgos puede traducirse en mensajes más claros y planes de tratamiento más estructurados.

En mi experiencia, cuando la información clínica llega en un lenguaje comprensible y con datos concretos, la adherencia y la confianza aumentan.

Y esa es la clave: un plan claro, con objetivos medibles y revisiones periódicas, que reduzca la incertidumbre de lo que funciona frente a lo que no.

Como profesional, apunto dos líneas de trabajo desde ya.

Primero, integrar evaluaciones de riesgo genético y perfiles metabólicos en la primera entrevista cuando sea pertinente y la paciente lo autorice, para planificar un tratamiento más ajustado a su biología y a sus síntomas. Segundo, fomentar una colaboración estrecha entre psicólogos, médicos de atención primaria y especialistas en endocrinología o metabolismo cuando se detecten señales que necesiten un enfoque multidisciplinar.

En Cartagena y Murcia, donde trabajo con enfoque híbrido, estas alianzas son posibles y necesarias para ofrecer una atención que responda a cada componente del problema.

Si te preguntas por el futuro inmediato, el estudio sugiere que las intervenciones podrían personalizarse más en función del perfil genético y del sexo, lo que podría traducirse en mejoras de eficacia y, con el tiempo, en una reducción de respuestas incompletas a tratamiento.

En la práctica clínica, eso se traduce en ajustar dosisseleccionar terapias que respeten rutas metabólicas afectadas o incluso priorizar terapias que reduzcan la carga metabólica si esa es una característica destacada en la paciente. Todo ello, sin perder el foco en la alianza terapéutica, la seguridad y la confiidencialidad.

Con todo, este nuevo marco no debe verse como una condena bioquímica del comportamiento humano. Es, más bien, una herramienta: una guía que ayuda a entender por qué la depresión se presenta de forma diferente entre mujeres y hombres y cómo adaptar la intervención para que sea más eficaz.

¿Qué pasaría si quitas el ruido y te quedas con lo esencial?: la ciencia ahora te da una explicación más sólida de por qué la depresión es más frecuente en mujeres y, además, ofrece piezas para construir tratamientos más precisos.

No es la solución final, pero sí un avance significativo que ya está empezando a cambiar la manera en que pensamos, evaluamos y tratamos la depresión en mujeres.

Si quieres informarte, puedo ayudarte a entender qué implica para tu caso y qué pasos prácticos seguir para avanzar con seguridad y claridad.

Reserva tu primera sesión y hablemos de tu situación. Evita quedarte con dudas cuando la evidencia está disponible.

Fuentes consultadas:

 

Este texto es divulgativo y no sustituye la evaluación profesional. Si atraviesas un momento difícil, busca acompañamiento psicológico.